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domingo, 3 de octubre de 2010

Dulces de la Viena imperial

Hay muchos rincones en Viena que respiran una estética decimonónica y un “regusto imperial”, que es imposible no asociarlo a la figura de Sissi. Una buena representación de sus Cafés y pastelerías, algunos de ellos favoritos de la Emperatriz, siguen destilando una atmósfera que trae a la mente señores con sombrero de copa y señoras con vestidos voluminosos.




Si tuviera que recomendaros alguno de los lugares “dulces” que más me gustaron en Viena, uno sería, sin duda, Demel.

Demel no es sólo una antigua confitería (por cierto, proveedora oficial de los emperadores Francisco José y Sissi) sino también cafetería, tienda y restaurante. Todo en uno, pero perfectamente diferenciado.



Aunque Demel se funda a finales del siglo XVIII, es en el XIX cuando vive sus años de esplendor, y, aún hoy, presume de seguir elaborando sus especialidades como hace 200 años. Pero, a parte de la calidad de sus productos y la decoración de su tienda y salones, lo que a mí me fascina de Demel son las cajitas y latas decoradas que utiliza para presentar sus bombones, caramelos y galletas.


Si os decidís a sentaros en su Café, quizás os animéis a tomar sus “tea scones”, alguna de sus tartas, como la “chocolateada” Sacher, o un apple strudel. O quizás, tan sólo os apetezca tomar una taza de chocolate caliente, como hacían en Demel las damas de la alta sociedad el primer día frío del año.

Demel es también un buen sitio para elegir algún pequeño recuerdo o regalo “vienés”. Cualquiera de sus bombones, chocolatinas, caramelos, como los de violeta, mermeladas, pastas y “tea biscuits” son una opción estupenda.




Recalar en Demel es verdaderamente vivir un momento “gourmand” (goloso) y, ¿por qué no?, saborear algunas de las delicias de las que también disfrutó Sissi en algún momento de indulgencia.


Demel, Kohlmarkt 14, Viena

sábado, 25 de septiembre de 2010

"Camilo de Blas" y Woody Allen

Cómo me gusta la tradición repostera que tenemos en España y la amplísima diversidad de dulces de los que podemos presumir. ¿Conocéis a alguien que se haya atrevido a hacer un “inventario” de todos ellos?, creo que sería algo así como querer ver todos los videos de youtube, una misión imposible.



He de deciros que siempre me atrajeron aquellas confiterías antiguas que aún conservan una atmósfera que ya no pertenece a nuestro tiempo. De esas, en España, van quedando sólo unas pocas, por esta razón quería hablaros de Camilo de Blas, una confitería y tienda delicatessen que presenta la misma “fisonomía” que pudieron apreciar nuestros antepasados de principios del siglo XX.


La confitería Camilo de Blas abrió sus puertas en Oviedo en 1914, y su grandeza reside en el hecho de haber mantenido la misma estética y “savoir faire” desde entonces. José Juan de Blas, la cuarta generación al frente de este mítico lugar, me contaba con orgullo cómo, tanto sus antepasados como él, se empeñaron en conservar el mobiliario y un sin fin de detalles que hacen de Camilo de Blas un patrimonio cultural más de los asturianos.

Entre las curiosidades que José Juan de Blas compartió conmigo en Camilo de Blas, me llamó la atención el hecho de que aún conservaran intactos todos los botes de cristal con sus tapas de latón donde se guardan los caramelos que allí se venden, sobreviviendo incluso a una Guerra Civil con unos efectos tan devastadores como fue la nuestra. O que aún permanezca colgado en la pared un cartel de Codorniu, realizado en azulejos, donde aparece la palabra “Dry” en la etiqueta de la botella, en lugar del “Brut” al que ahora estamos acostumbrados a ver.



Al entrar en Camilo de Blas y observar la foto en blanco y negro que se exhibe dentro de la propia confitería, podréis comprobar que el fantástico mostrador de mármol de Carrara sigue siendo el mismo que antaño; que la máquina registradora, que aún funciona, ocupa el mismo lugar o que las botellas de cava continúan coronando sus espléndidas vitrinas.





Si tenéis previsto viajar a Oviedo, os recomiendo que os acerquéis a conocer Camilo de Blas y probar sus carbayones, un pastel de almendra y yema que crearon en esta casa entre 1920 y 1923 para acudir a la primera Feria de Muestras de Asturias en 1924. Desde entonces, este es uno de sus dulces estrella.

Otras de sus creaciones son los Nuglass, unas nueces confitadas y glaseadas, elaboradas con turrón y yema, que Camilo de Blas comenzó a preparar en los años 50; o las Bizcoletas, bizcochos esponjosos rellenos de yema y bañados con azúcar y clara de huevo o bien con chocolate fondant; y también las Duquesitas, unos aros de almendra y yema bañados en azúcar. Todo esto, junto a las pastas de té y otros dulces, así como la gran variedad de productos delicatessen, como el foie grass, las confituras inglesas, los embutidos ibéricos, el champán, el cava y los licores, hacen de Camilo de Blas un lugar de peregrinación para cualquier gourmet.




Si vais, seguro que os sentiréis tan fascinados como Woody Allen, quién se interesó personalmente por conocer Camilo de Blas, después de que se lo recomendara su hermana, y tanto le sorprendió que lo convirtió en plató cinematográfico para su película “Vicky Cristina Barcelona”.

Camilo de Blas. Jovellanos, 7, Oviedo (Asturias)